El domingo decidimos la provincia y el país que queremos”

Este domingo, los argentinos volveremos a ejercer uno de los derechos más valiosos de la vida en democracia: el voto. En tiempos donde el desencanto y la incertidumbre parecen ganar terreno, acudir a las urnas no es solo un deber cívico, sino una afirmación de esperanza. Porque votar es participar, y participar es el primer paso para transformar.

En los últimos años, la Argentina ha atravesado momentos difíciles: inflación persistente, desigualdad, inseguridad y una creciente desconfianza hacia la clase política. Muchos ciudadanos sienten que la política se ha alejado de la gente y que sus decisiones ya no influyen en nada. Sin embargo, la historia demuestra que cuando los pueblos se alejan de las urnas, otros deciden por ellos. Y esa renuncia tiene consecuencias que duran más que una elección.

El voto es la herramienta más poderosa de la democracia. Con él, cada persona —sin importar su origen, su trabajo o su condición social— tiene la misma capacidad de decidir. En la urna todos valemos igual. Ese principio, tan simple y tan profundo, es la base sobre la cual se sostiene la libertad. Por eso, votar no debe ser visto como un trámite, sino como un acto de responsabilidad y de amor por el país.

En cada elección, la ciudadanía tiene la oportunidad de enviar un mensaje claro: respaldar, corregir o cambiar el rumbo. La fuerza del voto radica justamente en eso: en su capacidad para expresar una voluntad colectiva. No hay voto inútil cuando se emite con convicción y conciencia.
La abstención, en cambio, solo fortalece a quienes prefieren que nada cambie.

Desde Primer Dato creemos que este domingo no se trata únicamente de elegir candidatos. Se trata de reafirmar un principio básico: que la democracia sigue viva porque la gente participa. Que las instituciones tienen sentido solo si el ciudadano las respalda con su presencia. Que la crítica, tan necesaria, tiene más valor cuando va acompañada de compromiso.

Votar también es un acto de memoria. No hace tanto tiempo, los argentinos no podíamos hacerlo libremente. Hubo quienes fueron perseguidos, encarcelados y desaparecidos por reclamar el derecho a elegir. Por eso, cada elección no solo define el presente: honra el pasado y defiende el futuro.
No votar es olvidar esa historia. Votar es hacerla valer.

El voto no resuelve todos los problemas, pero sin el voto no se resuelve ninguno. La democracia necesita más participación, no menos. Más compromiso ciudadano, no indiferencia. Este domingo, votá con esperanza, con reflexión y con la certeza de que tu voz cuenta. Porque cuenta, y mucho.

Editorial Primer Dato