
Rodeado de campos de trigo y adormecido a la hora de la siesta, el pueblo agroganadero de San Andrés de Giles fue uno de los tantos que en 2023 depositaron su esperanza en Javier Milei. Dos años después, el entusiasmo se transformó en desilusión e incertidumbre, en medio de una economía que no termina de estabilizarse.
En la biblioteca local, Jacqueline Garrahan, exmaestra rural de 58 años, acomoda libros mientras reflexiona sobre su voto ante la consulta de la agencia AFP: “Creí que iba a terminar la corrupción y hoy me siento totalmente decepcionada. Mucha gente te dice lo mismo: ‘¿Y ahora qué hacemos? ¿A quién votamos?’ Es frustrante”.

Garrahan complementa su jubilación docente —unos 600 dólares mensuales— con su trabajo en la biblioteca, pero asegura que ya no alcanza para sostener a su hija universitaria.
A días de las elecciones legislativas del 26 de octubre, el Gobierno enfrenta tensiones internas, derrotas parlamentarias y un malestar social que crece pese a la desaceleración de la inflación.
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En 2019, San Andrés de Giles había votado al peronista Alberto Fernández, y en 2023 se volcó al ultraliberal Javier Milei. Sin embargo, en las recientes legislativas provinciales, el electorado local volvió a elegir al peronismo, reflejando el giro del humor social. “Milei no tenía todos los patitos en fila, pero lo votamos igual”, admite Garrahan. Aunque se define antiperonista, asegura que la confrontación del presidente con la universidad pública fue un punto de quiebre.
Entre casas bajas y calles silenciosas, Natalia Schiro, empleada farmacéutica de 35 años, comparte una sensación extendida: “Como todo el mundo, quería un cambio y elegimos el cambio. Yo voté a Milei, pero ahora estoy decepcionada por cómo estamos viviendo el día a día”.

El sociólogo Gabriel Vommaro, de la Universidad Nacional de San Martín, advierte que en las legislativas nacionales parte del voto mileísta puede migrar hacia opciones de centro-derecha.
“Con una economía deprimida, escándalos de corrupción y bastante incertidumbre, es muy probable que Milei sea mucho menos seductor”, le explicó a la agencia de noticias francesa.
Promesas, tensiones y apoyo de Trump
El presidente mantiene su estilo combativo y un lenguaje que aleja a los votantes moderados. “Yo creía que él venía a apaciguar. Es violento, agresivo”, lamenta Garrahan.
A las desilusiones sociales se suman tropiezos políticos y económicos: la derrota electoral de septiembre provocó una corrida cambiaria que el Gobierno intenta frenar con promesas de apoyo de Estados Unidos y el respaldo público de Donald Trump. Además, el oficialismo sufrió otro golpe cuando su principal candidato a diputado renunció tras ser vinculado con una causa de narcotráfico.
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En la zona rural, la preocupación gira en torno a la falta de previsibilidad. Aldana Guanzini, productora agropecuaria de 37 años, cultiva soja, maíz y trigo junto a cinco empleados en 3.000 hectáreas. “Cuando eliminaron las retenciones nos pusimos contentos, habíamos tomado un crédito para una cosechadora. Pero tres días después volvieron a poner los impuestos. Estamos en una incertidumbre total, no nos podemos proyectar”, cuenta.
Pese a las dificultades, Guanzini asegura que el campo seguirá produciendo “contra viento y marea”, aunque reconoce: “Esperaba otra cosa y más transparencia”.

Un voto que podría fragmentarse
Sin mayoría en el Congreso, Milei necesita ganar bancas para sostener sus reformas. Pero, según los analistas, no se encamina hacia una victoria amplia. “De lo que sí estamos seguros es de que no parece encaminarse a una victoria arrolladora”, afirma Vommaro.
Mientras tanto, en San Andrés de Giles, la frase más repetida resume el clima del pueblo: “Queríamos un cambio, pero no sabíamos que iba a ser así”.

