La última convención de la Unión Cívica Radical (UCR) dejó en evidencia que el radicalismo no encuentra una fórmula para sintonizar con la agenda de demandas de la sociedad.
En un contexto político dominado por las propuestas del presidente Javier Milei, un sector de los dirigentes radicales a cargo de las instituciones partidarias parecen tener dificultades para hallar un mensaje que haga frente a esta realidad. Mientras que otros, apoyan de manera directa los cambios que se están debatiendo en el Congreso.
La convención, presidida por Gastón Manes, se centró en gran medida en el rechazo al proyecto de ley Ómnibus impulsado por el gobierno. Este rechazo se manifestó en un comunicado enérgico que critica tanto la forma como el fondo del proyecto.
Los miembros de la convención calificaron la iniciativa de ley como «improvisada y poco democrática», y se opusieron a aspectos centrales de la iniciativa, como las facultades delegadas, la derogación de la fórmula jubilatoria, el aumento de las retenciones a las economías regionales y las privatizaciones de empresas estatales deficitarias.
Sin embargo, más allá de los cuestionamientos al presidente, lo que quedó en evidencia es la dificultad del radicalismo para tomar las demandas de la sociedad.
En este sentido, la convención pidió a los diputados radicales que elaboren un dictamen propio, autónomo del proyecto de ley Bases. Este dictamen debería estar ligado a los propósitos e ideales del radicalismo.
Lo que es seguro es que la última convención de la UCR ha dejado en evidencia que el radicalismo se encuentra en una encrucijada.